Padecimientos
En la parálisis de Bell suele afectarse una mitad de la cara, que puede ser derecha o izquierda.
Existen manifestaciones muy características y que, dependiendo de la gravedad, pueden ser muy notorias o incluso pasar desapercibidas.
Algunos de los hallazgos más frecuentes y que están presentes en la mitad afectada de la cara son los siguientes:
La parálisis facial es la pérdida de movilidad, ya sea de manera parcial o total, de algunos de los músculos de la cara.
Las causas son muy variadas y puede ser desde procesos inflamatorios, leves y autolimitados (que se quitan solos sin necesidad de otras intervenciones), hasta situaciones graves que pueden poner en peligro la vida.
Más que una lesión en los músculos de la cara, el daño se origina en los nervios que se encargan de controlar los mismos.
Dependiendo del nivel de la lesión nerviosa, la parálisis facial se puede clasificar como parálisis central o parálisis periférica.
La parálisis facial de tipo central se origina por una lesión a nivel del cerebro, por lo que se asocia con mayor gravedad. Suele estar originada por condiciones como infartos cerebrales, embolias o hemorragias cerebrales. Además, se ha visto asociada a otras condiciones como masas cerebrales (tumores).
Clínicamente suele ser menos llamativa que la parálisis de tipo periférico, ya que aquí se ve afectada únicamente el cuadrante inferior de la cara.
La parálisis facial periférica es por mucho el tipo más común. Se le conoce también como parálisis de Bell en honor al médico que la describió (Sir Charles Bell).
Es una condición muy frecuente, estimándose entre 11 a 45 casos por cada 100,000 habitantes. Debido a esto, la información descrita a partir de ahora será dirigida a la parálisis facial de tipo periférico.
La parálisis de Bell suele asociarse a infecciones virales recientes, como cuadros gripales o gastroenteritis, por lo que, es común que cuando le preguntamos al paciente, nos refiere que hace una o dos semanas presentó algún síntoma relacionado.
En otros casos, estos síntomas suelen ser tan leves que incluso pueden llegar a pasar desapercibidos.
En muchas ocasiones no es posible asociar una causa al desarrollo de la parálisis. En estos casos dependerá del médico y del paciente el solicitar o no estudios complementarios.
El tratamiento de la parálisis facial depende de la gravedad y del momento en el que se diagnostique.
Por ejemplo, cuando tiene poco tiempo de iniciado el cuadro, los medicamentos como antivirales o esteroides pueden asociarse con mejoría.
Como regla general, la rehabilitación física es pieza clave para la recuperación. Si bien en algunos pacientes la parálisis puede quitarse por sí sola y de manera completa, en algunos pacientes este proceso es tardado y puede dejar secuelas.
La rehabilitación en estos casos consiste en ejercicios para fortalecimiento de músculos, terapias con masaje y otros tipos de estimulación.
Consiste en una terapia de rehabilitación neurológica dividida en 3 fases:
Con la terapia de rehabilitación física se busca recuperar el 100% de la función del nervio lo más pronto posible.
Algo que no se debe dejar de lado, es el impacto emocional que acompaña a la parálisis de Bell.
Aunque suele ser una condición que no se asocia a gravedad, el hecho de que la cara, que es una zona del cuerpo altamente expuesta, esté afectada, puede ocasionar inseguridad, ansiedad, miedo a las miradas o a salir de casa, e incluso depresión.
Ante esto último, debemos comprender que es un padecimiento común, en el que las terapias nos permitirán con el paso del tiempo reducir las manifestaciones y secuelas.
Además, debemos de recordar que, como parte del proceso de rehabilitación, la valoración por psicología nos puede ayudar a tener un mejor apego al tratamiento y por lo tanto, resultados mejores y más rápidos.