Padecimientos
La parálisis de Bell, también conocida como parálisis facial periférica aguda, es una condición que provoca una debilidad repentina localizada en los músculos de la cara afectando únicamente un lado. Puede ocurrir en cualquier momento de la vida y por lo general, la debilidad es temporal y mejora en el transcurso de las semanas.
Si bien, el origen exacto de esta enfermedad no se conoce aún con exactitud, se ha relacionado con múltiples causas como infecciones virales, sin embargo, el estrés también se ha relacionado como uno de los detonantes más frecuentes de esta condición.
El nervio que controla los músculos de la cara atraviesa un conducto estrecho de hueso hasta llegar a la cara. En los casos de parálisis de Bell este nervio se inflama, por lo general a causa de una infección viral.
Actualmente no está clara la razón exacta por la que ocurre la parálisis de Bell, sin embargo, existen varias causas ya relacionadas, siendo más comúnmente asociado con infecciones virales. Los virus asociados a esta parálisis son los mismos que ocasionan lo siguiente:
Se han descrito también mecanismos no infecciosos causantes de parálisis facial. Dentro de los detonantes más frecuentes se encuentra el estrés, sobre todo si este es muy prolongado. Otras de las causas no infecciosas son patologías vasculares como por ejemplo las microangiopatías como complicación de la diabetes, el embarazo y la aplicación de algunas vacunas.
Además de las causas ya conocidas, existen factores de riesgo relacionados a la aparición de la Parálisis de Bell, entre las cuales se encuentran:
Los síntomas relacionados a la Parálisis de Bell suelen aparecer de forma repentina y tiene las siguientes características:
No existen como tal pruebas diagnósticas para la parálisis de Bell. El médico llegará al diagnóstico al tener una exploración física completa y al solicitar al paciente la realización de movimientos específicos de la cara dentro de los cuales se incluye el sonreír, levantar las cejas, sacar la lengua, cerrar los ojos. Con esta exploración, el médico podrá discernir el tipo de parálisis frente a la cual se encuentra y junto con un interrogatorio dirigido podrá encontrar la causa más probable de esta.
Existen otras causas distintas que pudieran ocasionar una parálisis muy similar a la parálisis de Bell, que tienen implicaciones más graves a la salud y donde se tiene que actuar de manera inmediata con otras medidas específicas, dentro de las cuales están el accidente cerebrovascular , las infecciones, afecciones inflamatorias y tumores.
En los casos donde se sospeche de otra etiología distinta a la parálisis de Bell, el médico pudiera indicar estudios como la electromiografía, estudios de imagen como Resonancia magnética o tomografía computarizada, así como también análisis de sangre.
En casos leves de parálisis de Bell, los síntomas desaparecen en el plazo de un mes, sin embargo, en casos más graves donde es toda la cara la afectada, el tiempo de recuperación podría ser variable. Las complicaciones incluyen:
Ceguera parcial o completa del ojo del lado afectado: Al no ocurrir el cierre natural del ojo, no ocurre la lubricación necesaria para que el ojo no se seque, por lo tanto, esto podría ocasionar lesión en las estructuras del ojo y afectar su función.
La mayoría de las personas con parálisis de Bell se recuperan por completo, con o sin tratamiento. El pilar del tratamiento farmacológico de la parálisis de Bell es el tratamiento oportuno con glucocorticoides orales a corto plazo. En casos agudos graves, se puede combinar una terapia antiviral con glucocorticoides para mejorar los resultados. Estos medicamentos deben de ser recetados por el médico al descartar otras posibilidades diagnósticas semejantes a la parálisis de Bell.
Además de los medicamentos, se podrían utilizar también cuidados para los ojos en los casos donde la parálisis afecta el cierre de estos. Al tener un cierre incompleto podría causar lesión en la córnea. Se pueden aplicar gotas de lágrimas artificiales para mantener el ojo afectado lubricado.
Existen también terapias, que si bien, no han sido comprobado su beneficio, podrían acompañar al tratamiento ya descrito. Esto incluye la fisioterapia, sin embargo, está establecido que la mayoría de los pacientes recuperarán las funciones espontáneamente.
En cualquier tipo de parálisis se debe acudir inmediatamente al médico, ya que se deben de descartar algunos datos presentes al momento de la exploración que se pudieran relacionar con otra etiología de la parálisis, mucho más grave que la parálisis de Bell, como accidente cerebrovascular.